El paso del tiempo y el kilometraje hacen que sea necesario el cambio de piezas de un vehículo. Aparte del calendario de revisiones recomendado por el fabricante, cada 100.000 kilómetros conviene sustituir algunos elementos para garantizar un correcto funcionamiento del vehículo y evitar averías graves.
Además del cambio de aceite y del filtro (que hay que realizar cada 15.000 kilómetros o cada dos años, incluso si no se usa mucho el coche), cada 100.000 km hay que revisar el líquido refrigerante (en su defecto, a los diez años desde la fabricación del automóvil o cada cinco en caso de no cuente con refrigerante orgánico).
Lo mismo ocurre con el aceite del diferencial y de la caja de cambios, así como con el líquido del cambio automático en caso de que el vehículo equipe este tipo de caja.
Alcanzados el centenar de miles de kilómetros, también es recomendable sustituir el líquido de la dirección asistida y el líquido de frenos (o bien cada dos años).
En cuanto a los filtros, además del filtro de aceite y del aire, al llegar a los 100.000 kilómetros (o a los cuatro años), conviene cambiar el filtro de combustible, para evitar que lleguen impurezas al motor, y el filtro de la caja de cambios automática (en caso de que el coche tenga este tipo de cambio).
Durante la inspección de mantenimiento en el taller, es recomendable realizar una revisión visual de los elementos ubicados en el vano motor. Habrá que hacerlo buscando fisuras o signos de desgaste. Ejemplo de ello son las correas auxiliares, los manguitos y los tubos.